Reseña del libro " Comentario al libro Sobre los nombres divinos de Dionisio"

ANUARIO FILOSÓFICO 57/1 (2024)

Se trata de la primera edición bilingüe —en latín y español— del Comentario de Tomás de Aquino al libro Sobre los nombres divinos de Dionisio Areopagita. Este libro es sin duda una gran novedad en el ámbito de la edición de obras medievales; además, por su contenido, abarca los temas actuales sobre la influencia de Dionisio en la historia de la filosofía y de la teología cristianas. Y, más específicamente, la doctrina del de Aquino acerca de las cuestiones principales planteadas por Dionisio desde una vertiente neoplatónica. 

La edición —realizada a partir del texto editado por C. Pera, P. Caramello, C. Mazzantini y publicado por la editorial Marietti en 1950, en Turín— respeta cuidadosa y literalmente el latín de Tomás de Aquino al traducirlo. Sigue la tradición de Marietti, al conservar las cursivas de Dionisio, y así distinguir bien el comentario de Tomás de Aquino. Texto y comentario ocupan casi ochocientas páginas que están publicadas “en espejo”; de tal modo que la lectura en ambas lenguas se facilita de modo notable. La edición se halla precedida de dos estudios preliminares de decisiva importancia para conocer tanto el tratado de Dionisio como el pensamiento de Tomás de Aquino al respecto. 

El primer estudio, de Martín F. Echavarría, aborda en primer lugar la cuestión de la identidad de Dionisio. Esta investigación es llevada a cabo con gran erudición. Esclarece también el pensamiento del monje sirio al explicar la distinción que hace en tres clases de teología: la teología discursiva —que consiste en referir a Dios los nombres de las perfecciones inteligibles—; la teología simbólica —que consiste en nombrar a Dios a partir de las cosas sensibles— o la teología mística —que consiste en elevarse a Dios por la negación de todo nombre, para unirse con Él por encima de todo pensamiento p. 21). Estos trestipos de teología, además de compenetrarse entre sí, no son contrarios a la habitual interpretación sobre la teología afirmativa y la teología negativa. En el fondo —sostiene— toda teología es mística, “en el sentido de que está dirigida a colocar al ser humano en el interior del misterio de Dios que trasciende todo lo creado” (p. 22).

Tras su estudio, M. F. Echavarría pasa a realizar un estudio sucinto y claro de cada uno de los tratados del Corpus Dionysiacium. Se detiene más en el De Divinis Nominibus. La obra asienta las dos vías fundamentales para la denominación de Dios: la de la negación eminente y la de la causalidad. Especialmente interesante resulta el capítulo V —de los trece que tiene la obra— que se dedica al nombre divino de “Ser”, donde comienza a desarrollarse la tríada neoplatónica “ser-vida-sabiduría” (pp. 35-37).

Echavarría explica bien cómo la obra de Dionisio es la más importante en Tomás de Aquino, después de la de San Agustín y la de Aristóteles; esto se destaca en el modo tomista de definir la “participación”.

Por su parte, el estudio preliminar de Ignacio Andereggen aborda la originalidad del comentario de Santo Tomás al De Divinis Nominibus. Andereggen ha estudiado las traducciones medievales del texto de Dionisio llevadas a cabo por Juan Escoto Eriúgena y Juan Sarraceno; también aborda los comentarios y paráfrasis de Thomas Gallus y el Comentario de San Alberto Magno. Según él, el Comentario de Alberto Magno sigue la tendencia del de Eriúgena; mientras que Juan Sarraceno y las glosas de Thomás Gallus constituyen otra tendencia distinta en la interpretación de Los nombres divinos.

La Expositio de Tomás de Aquino aborda, frente a las otras tendencias, todo el universo de Dionisio y está presidida por el término processio: “La realidad está organizada según una distribución que tiene por una parte la Realidad Divina, y por otra, la procesión de las criaturas como acción de la creación. A esta procesión corresponden las procesiones de los varios dones atribuidos a las criaturas por la noción de ‘semejanza’” (p. 55).

El conocimiento de Dios es uno de los grandes temas en Santo Tomás, y en su Exposición explica bien cómo para Dionisio el primer nombre divino es el Bien. Aquino explica acertadamente que el Bien es la clave de la comprensión del universo creado y que, mediante él se comprende la noción de Fin. La consideración del Bien conduce a la de la Luz; esta última describe a Dios como tal y cómo Él es la fuente de toda luz creatural. Se llega así a la Belleza que revela la claridad de las cosas y su ser propio. Para Dionisio, finalmente, el nombre de Ser es aquel por el que se capta la realidad divina a partir de sus obras. Desde este último aspecto se comprende mejor la noción de participación.

Puede afirmarse sin reservas que el estudio de Anderegge constituye una clave de comprensión, tanto para el Comentario de Tomás como para el tratado dionisíaco.

Respecto de la traducción de Alessandro Mini hay que decir que, respetando máximamente la literalidad, resulta claramente inteligible para el lector contemporáneo.

Enrique Martínez y Lucas Prieto han realizado sin duda una muy cuidadosa recisión del conjunto entero de la obra; gracias a ella, este libro sin duda se convierte en la edición de referencia internacional para el establecimiento del texto y la consulta de las obras de Dionisio y de Santo Tomás de Aquino respectivamente.

María Jesús Soto-Bruna. Universidad de Navarra